L’abbé Barthélémy Pons se desempeñó como sacerdote de la parroquia de Rennes-le-Château desde el 30 de diciembre de 1836 hasta agosto de 1878. Su carrera en esta parroquia estuvo marcada por importantes eventos y decisiones estructurales y administrativas. L’abbé Pons sucedió a l’abbé Blanc, que ocupó el cargo desde 1834 hasta 1836, y fue seguido por l’abbé Cézac en 1879.
El 21 de octubre de 1853, se realizó un informe por parte de Guiraud Cals, inspector de edificios diocesanos de Carcassonne, respecto a la iglesia de Rennes. Este informe desaconsejaba la construcción de una tribuna en la iglesia, señalando que el peligro en la estructura era solo superficial y que no había necesidad de preocuparse demasiado por ello. A pesar de este informe, se llevaron a cabo obras en la iglesia, financiadas por Louis Laforge, como se indica en un documento del prefecto del 15 de julio de 1855.
Durante la visita pastoral del obispo monseñor de La Bouillerie en 1856, se señaló la necesidad de varias reparaciones y mejoras en la iglesia. Entre las observaciones y recomendaciones hechas, se incluyó la decoración del fondo del baptisterio, la reparación de la escalera del púlpito, la restauración del altar y el tabernáculo, la adquisición de un paño mortuorio, la sugerencia de que el ciborio fuera completamente de plata, y la urgencia de realizar mejoras en la sacristía y en la rectoría, que se encontraba en condiciones insuficientes. Durante esta visita, l’abbé Pons respondió a un cuestionario sobre el estado de la iglesia, reconociendo humedad en la sacristía y expresó preocupaciones sobre la estabilidad y seguridad de la tribuna. Esta tribuna, construida a pesar de las recomendaciones en contra del inspector Guiraud Cals, pronto se convirtió en una fuente de preocupación para Pons. Solo dos años después de su construcción, ya se quejaba de su condición.
Tras la visita de 1876, se destacó la urgencia de realizar mejoras significativas en la iglesia de Rennes-le-Château. A pesar de los intentos de restauración emprendidos durante el largo ministerio de Pons, la estructura seguía siendo insuficiente y se encontraba en malas condiciones. Esto condujo a la necesidad de una nueva sacristía, un altar de piedra dura, y otras mejoras esenciales para el funcionamiento adecuado de la iglesia.
L’abbé Pons, a lo largo de su ministerio, mostró una preocupación constante por el estado de la iglesia. Sus respuestas durante las visitas pastorales reflejaban esta preocupación, especialmente en lo que respecta a la humedad y la falta de adecuación de la sacristía, así como la estabilidad y seguridad de la tribuna. Estas preocupaciones se vieron reflejadas en las notas y respuestas que dio durante las visitas, donde mencionó específicamente los problemas estructurales y de espacio en la iglesia.
En una de las visitas pastorales, Pons respondió a preguntas detalladas sobre la sacristía, confirmando su existencia pero también su condición húmeda y su ubicación inadecuada en la iglesia. Además, reconoció la falta de un armario cerrado a tres llaves para la sacristía, un requisito especificado en los decretos eclesiásticos de la época.
La relación entre Pons y la comunidad también se reflejó en las interacciones con las autoridades locales. En 1879, el Conseil Municipal de la localidad discutió y finalmente aprobó un presupuesto para las reparaciones necesarias en la iglesia y la rectoría.