18 de mayo de 1884. Le Petit Parisien
El tráfico de misas. Rebuscando en las hemerotecas a ver si existían otros casos de tráfico de misas, encontré un precedente alucinante, una trama de sacerdotes que habían constituido una auténtica “Agencia de misas para las almas del purgatorio” en 1884, llegando a mover cantidades ingentes de dinero y aquí lo más fuerte, el abbé Aviat, sacerdote intermediario de la trama, cuando murió le encontraron más de 1.000.000 de francos!!!!
La noticia nos sitúa en una época, en un contexto histórico que nos ayuda a crearnos una idea de la época en que vivió Bérenger Saunière, nos ayuda a comprender que el tráfico de misas era algo habitual durante décadas y décadas, quien sabe si cientos de años, no solo eso, si no que en la misma época de Saunière, parece ser que incluso el Papa León XIII veía con buenos ojos este tipo de “comercio” que burlaba al fisco francés. (1)
Os dejo con la noticia traducida, se entiende perfectamente que era el tráfico de misas, se explica cómo se organizaba la trama, como repartían los beneficios y las cantidades de dinero que llegaron a mover estos “traficantes de almas”…
(1) Ver la noticia aparecida en el periódico “Le Radical” el 15 de septiembre de 1900 titulada “La Agence de León XIII” donde se le acusa de ser inversor, entre otros negocios comerciales como las agencias de viajes únicamente católicas, de permitir el tráfico de misas a gran escala.
Buena lectura!!
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LAS MISSAS DEL ABAD AVIAT
En las obras del espiritual Chamfort, podemos leer la siguiente anécdota:
El abad Raynal, joven y pobre, acepta decir una misa todos los días por 20 sueldos (1 franco). Cuando empezó a enriquecerse, le cede su puesto al abad Porte, quedándose con 8 sueldos (Raynal). Este, menos avaricioso, la subarrenda al abad Dinouart quien a su vez retiene 4 sueldos (Porte), además de la porción de la Abbé Raynal. Así que esta pobre misa, incrementada con dos pellizcos, no le ha reportado al abad Dinouart más que 8 sueldos.
Esto escribía Chamfort hace ha cien años, ¿y bien? Que este tráfico de misas que él señala se hace desde siempre y, un proceso que acaba de celebrarse en la Corte de apelación se presenta, con este propósito, con detalles muy divertidos.
El proceso en cuestión trae a escena a un cura muy al corriente de las cuestiones comerciales, ¡al que se le daban genial! No existe mejor forma de meterse la pasta de los fieles dentro de los amplios bolsillos de su sotana.
Este cura es el abad Aviat, quien vive, desde hace algunos años, en una pequeña comuna del Aube, en Saint-Julien, pasado Troyes.
¡Eh aquí uno al que las cosas celestiales no le hacen olvidar los bienes terrenales!
Es principalmente sobre el tráfico de misas que se concentra en espíritu de negocio del abad Aviat, y veréis como este tráfico le reporta a lo grande.
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Por llamarlo de alguna forma, el abad Aviat tenía una “Agencia de misas”.
Pero, a este respecto, algunos detalles son necesarios. ¡Nosotros, profanos, ignoramos las combinaciones eclesiásticas! Aquella que le ha servido el abad Aviat es particularmente ingeniosa y estoy muy contento de que haya sido divulgada, porque merece ser conocida.
Escuche… y juzgue:
Las misas de los sacerdotes de los pueblos son siempre dichas bajo la intención de personas que dejaron legados con este fin o bien, la intención de difuntos para el descanso del alma de las cuales se interesan los piadosos parientes. Es lo que se llama “las misas para las almas del Purgatorio”. Cuando un señor o una dama han llevado una vida un poco irregular y considerando el mundo clerical, que, sin tener que pasar por el Infierno, no irán en primera instancia al Paraíso, no hay, parece ser, nada mejor que dar el dinero a los curas, ellos os dirán algunas misas bien sentidas y esto empezará a asegurar la tranquilidad de las almas que esperan en el purgatorio, pues, las misas tendrán por efecto abrir las puertas del Paraíso a las almas en cuestión.
Viene al caso una historieta muy divertida de un escritor muy sutil, N. Ludovic Halévy. Esta historieta se llama “Cuando uno mismo se encarga de sus misas”. El protagonista de esta historia, muerto hacía unos días, dice lo siguiente:
“…Partí hacía el otro mundo, con alguna inquietud. Debo reconocerlo. Siempre llevé la vida de un hombre honesto que se había divertido encerrado en su juventud y que no se había arrepentido demasiado en su vejez. Así que, esperaba un poco de purgatorio. De esto no me faltaría. Me detuve, a igual distancia del Infierno que del Paraíso. Un supervisor me recibió.
– ¿Su nombre?
– Adolphe Robineau
– Está bien. – dijo.
Y añadió después de consultar un gran registro:
– Vuestras notas no son malas, no hay nada grabe en su registro, usted no pasará mucho tiempo entre nosotros. ¿Tiene usted recomendaciones?
– ¿Recomendaciones? ¡Por Dios! Yo no creo en eso. Pero hay una dama que hará decir 500 misas para el reposo de mi Alma.
– oh! Entonces, – dijo el supervisor – Puede usted estar bien tranquilo, es más de lo que necesita. Con 250 misas hubiera tenido suficiente…”
¿No les resulta todo esto muy gracioso?
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Entonces, los sacerdotes de los pueblos dicen las misas conforme a lo pagado; pero es en este punto, parece ser, que en todo el mundo rural, es bien conocida esto como parte de los ingresos eclesiásticos, que serían mínimos si no recibieran lotes de misas pagadas para el eterno descanso de las almas de su parroquia.
Abundancia de misas por un lado, escasez por el otro, hace falta repartirlo bien…
Esto es lo que el clero entiende y entonces, razona como sigue:
— “Hay amontonamiento de misas en algunos grandes centros, y, por otro lado, escasez en el ámbito rural, así que un puñado de curas de pueblecitos están de brazos cruzados, sin trabajo, tres cuartas partes del año.
Esta situación no puede durar. Si un cura de ciudad recibe 20 sueldos por una misa de la cual no tiene tiempo para decir, entonces, el guardará 5 sueldos, y dará 15 a un intermediario. Este intermediario, a su vez, guardará 5 sueldos para su beneficio y él ya se encargará de encontrar entre los sacerdotes rurales, que estarán encantados de decir misas por 10 sueldos.”
Y así es como se constituyen las “Agencias para la celebración de misas para el purgatorio”
Y he aquí como las misas que no pueden ser dichas en los más surtidos centros religiosos son expedidas a diestro y siniestro dentro de las parroquias pobres, por intermediación de estas Agencias, quienes de antemano han cobrado su pequeña comisión.
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Pues bien! este es precisamente el rol de intermediario que realizaba el abad Aviat.
Pero el muy inteligente hombre santo, en lugar de pagar las misas en metálico, abastecía a los sacerdotes de vestimenta, de ornamentos para la iglesia, de libros piadosos y otra suerte de objetos religiosos.
Para conseguir los diversos objetos, el abad Aviat recurría a otro sacerdote, el abad Gallien, quien había fundado en Pacy, en Yonne, un obrador, bajo el pretexto de recoger a las niñas pobres, que para su mala fortuna no les pagaba y les hacia confeccionar las mil y una cursilerías necesarias para el clero.
El abad Gallien enviaba todos los productos de su obrador al abad Aviat, quien se encargaba de colocarlas pero como el abad Aviat quería pagar estos productos sin tener que gastar un centavo – siempre muy inteligente el hombre santo le dijo el director del obrador de Pacy:
“No me pida dinero. Procúreme usted lotes de misas a decir, tome su comisión de lo que se le debe y páseme las misas. Yo se las pasaré a mis sacerdotes habituales que las dirán dejándome parte de beneficio. Todo el mundo sale ganando.”
De esto resulta una notificación del abad Gallien que, del 8 de mayo de 1867 al 31 de diciembre de 1868, le había pasado a abad Aviat más de 30.000 pedidos de misas.
Hay que recordar que estas artimañas no dejan de ser lucrativas, ¿sabéis que cantidad de dinero dejó el abad Aviat al morir? Más de UN MILLÓN!!!
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El sobrino del difunto, que es el abad Millet, vicario de la iglesia de Saint Joseph, en París, quien se embolsa un suculento botín, en calidad de heredero universal.
Pero he aquí que el abad Gallien le reclama una pequeña parte, y pretende que se le declare como acreedor del abad Aviat.
“Vuestro tío – le dice al abad Millet – me debía cuando murió 14.509 francos de misas, si usted no me las puede pagar o usted prefiere pagarlas de otra forma, hágame llegar el mismo valor (14.509 francos) en especies.”.
Pero el abad Millet se resiste a esta petición.
Y de aquí, a juicio.
El asunto ha sido llevado delante del Tribunal de Comercio de Troyes, pero los jueces consulares se declaran incompetentes, por el siguiente motivo: “Que las peticiones de misas no están clasificadas judicialmente como transacciones que habitualmente se tratan entre comerciantes y no están comprendidas entre las operaciones comerciales.”
Al haber sido apelada por el abad Gallien, el Tribunal de París se ha visto sorprendido por esta inusual disputa.
Francamente les digo, no culpo al abad Gallien de haber aireado públicamente todas estas cosas, ya que la iglesia tiene mucho que perder, y nosotros, tenemos mucho que ganar.
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Como veis, los mercaderes de misas no son raros.
Este escandaloso tráfico de misas incluso movilizó, hace algunos años, a ciertos prelados.
Fue en 1869 cuando el arzobispo de Sens tomo medidas para prevenir el comercio que llevaban el abad Gallien y el abad Aviat.
Y fue cuando este último le escribió a su socio:
“Vuestro obispo abusa de su autoridad. No lo escuche, pero como va de malo, seamos discretos. Que esto quede solamente entre nosotros y entre nosotros lo manejamos todo.”
Y más tarde, el 8 de julio de 1872, el abad Aviat vuelve a escribir al abad Gallien:
“Usted no se enfade. Deje hacer a su encarnizado arzobispo, nuestros asuntos no le afectan. Además, sobre su arzobispo, QUE LE DEN POR EL CULO…”
Uno ve que el abad Aviat, si es necesario, recurre a expresiones como diríamos… poco sacerdotales.
Ahora, ¿Cuál será la respuesta de las Cortes de París?
Aquí la cuestión.
Pero, sea como sea, admitimos que no hay nada más curioso que la divulgación de las tropelías clericales del abad Aviat y el abad Gallien.
Jean Frollo