«Bulletin de la Société d’études scientifiques de l’Aude de 1907». Comunicación sobre la excursión de la SESA de 25-06-1905 y el artículo sobre la Excursión a Saint-Just et le Bézu realizada el 16-04-1906. Curiosamente, antes de la comunicación sobre la excursión de 1905 vemos el apunte sobre la donación a la sociedad de un ejemplar del libro de Henri Boudet «La Vraie Langue celtica et le cromlek de Rennes-les-Bains»
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Extracto de las páginas 131 a 133 de la citada obra
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El punto en el que nos encontramos, Rennes nos aparece desde su lado más pintoresco.
Varias pequeñas carreteras bordeadas de muros de piedra serpentean a los pies de esta roca escarpada que está coronada de un alto muro almenado, que no son los restos de la antigua fortaleza visigoda, las saeteras están desiertas y en lugar de ser recibidos por un arquero bardo de hierro, somos recibidos y acogidos por el abad Saunières, el cual tiene mucho gusto de hacernos visitar su bella instalación que, sin duda, parece un oasis perdido en medio de un desierto. «Oasis» es quizás un poco arriesgado, pero este término se explica cuando vienes de hacer algunos kilómetros de terrenos áridos y secos, a menudo incultivables.
Una descripción rápida se hace necesaria: la meseta está ocupada por un huerto donde crecen unas verduras que volverían celosos a nuestros agricultores, después del huerto hay un bello jardín, todo ello alojado en una hermosa terraza donde se puede disfrutar de un precioso panorama.
Dominios del Abad Saunière
Una torre al sur parece el guardián de esta zona encantadora. Fue dentro de este lugar donde gozamos de unos minutos de descanso mientras admirábamos la hermosa biblioteca que contiene.
Aquí todo está bien aprovechado, por ejemplo, los bajos de esta terraza sirven de cisternas de agua de lluvia que es recogida desde el exterior por muchas canales. La planta baja de la biblioteca contiene una excelente colección de cartas postales de vistas de Rennes y sus alrededores.
Al pie de la Cruz de Misión, observamos una lápida sepulcral que fue descubierta, en el momento del enlosado de la iglesia, colocada plana delante del altar. Es de piedra arenisca y la bella forma del trabajo se ha perdido hace mucho tiempo, desde su descubrimiento, el dibujo ha estado boca abajo. Muestra a dos jinetes lanza en la mano con una decoración ojival: ¿será la reproducción de un torneo?
Delante y a la izquierda de la puerta de la iglesia, sirviendo de base para la Virgen de Lourdes, se encuentra un pilar que antiguamente soportaba el altar. Según el padre Saunières el Altar se componía de una gran losa sujeta al muro con el apoyo de dos pilares, uno en bruto y el ya nombrado, que se nos presentan del mismo tiempo que lápida sepulcral. El ábside de la iglesia es muy antiguo, tal vez la única parte que existe del viejo castillo. A pesar de la gruesa capa de yeso que lo cubre, se puede apreciar la construcción en pequeñas partes.
Los que asistieron a una excursión que hizo nuestra Sociedad en 1904 todavía se acuerdan sin duda del camino que seguimos hablando de Couiza. Las pendientes pronunciadas que subimos, los giros repentinos, incluso peligrosos, mientras lo cruzábamos, van a desaparecer gracias a un nuevo camino en vía de construcción.
El trazado de este nuevo camino es un laberinto largo que permite admirar por sus largos recodos aspectos diversos hasta el fin de la carretera. Una zanja de tres metros ya está abierta hacia el sur, y es utilizada como un osario que tiene varios cientos de metros. Los esqueletos están recostados y superpuestos bajo seis y ocho capas orientadas de este a oeste. M. Tisseyre ha recogido actualmente dos pendientes en bronce. ¿Debemos ver esto como una sepultura que data de antiguas guerras? La gran cantidad de huesos que se extraen nos lleva a creer eso. Sin embargo, el mobiliario funerario no es rico, tal vez habrá que hacer descubrimientos más interesantes.
No voy a explicar nuestra bajada a Couiza, la cual no tiene desperdicio, mi único propósito es informar a los arqueólogos que todavía pueden encontrar algunas pistas en Rennes para reconstruir una historia local.
M. A. Fages
Campagne-les-Bains, en agosto de 1908.