Rennes-le-Château

Xavi Bonet

La historia documentada de un cura y su leyenda.
Lo demás o te lo crees o no….

21-09-1896 – L’Express du Midi

Tercer artículo sobre la presunta «caja negra» en la «Caja de pensiones Diocesana» donde se ve implicado Mgr. Billard.

De nuevo otra noticia más que curiosa, en este caso encontramos un sacerdote (l’abbé Falcou) que da explicaciones sobre el tema de las Cajas negras de la «Caja de pensiones Diocesana» de Carcasona donde esta vez se ve involucrado Mgr. Leuillieux en un asunto con el Marqués de Rays, cuya historia es fascinantemente maravillosa… se trata de un noble convertido a estafador a gran escala, después de varias empresas fracasadas el tipo decide convertirse en especie de nuevo conquistador y empezó a vender hectáreas de lo que sería el «Reino de la Nueva Francia» un estado libre, monárquico y católico en ultramar, un territorio conquistado en Oceanía por derecho propio, cuya capital «Port Breton», prometía el oro y el moro a los «accionistas», bonos para fábricas azucareras, fábricas textiles, etc. al final, entre el marqués de Rays como cabeza visible y 11 secuaces más que negaron tener conocimiento, estafaron cerca de 1.900.000 francos (de la época) a todos los avispados que pretendían hacerse ricos, simpatizantes a la monarquía y del clero más ferviente y católico. Vendió cerca de 700.000 hectáreas en una isla que presuntamente solo tiene 7.000… terminó apresado en Barcelona por fraude y juzgado en Francia.

Una vez situados, os dejo la noticia traducida de las cajas negras y  la noticia en español sobre el proceso del Marqués de Rays… un artículo que sin duda tenéis que leer para comprender un poco más sobre este affaire de Mgr. Leuilliex.


Cajas Negras

Publicamos la respuesta de Monseñor Billard a un primer artículo de la Dêpêche titulado Cajas negras en el que Homodei, acusa a los administradores de la Caja Eclesiástica de Carcasona, de utilizar sus fondos para empresas dudosas, intrigas devotas y los subvenciones ocultas. La Dêpêche, continuó sus ataques en un segundo artículo, aquí la corrección que les fue dirigida:

Carcassonne, 18 de septiembre, 1890.

Estimado Editor,

Esta mañana; en su segundo artículo sobre la «Caja de pensiones Diocesana» de Carcasona, ustedes hacen apelación a mi testimonio.
Simplemente les diré lo que yo se como ex director de la Semana Religiosa de la Diócesis:

Una suma de 1.000 francos fue, de hecho, depositada por el obispo Leuillieux personalmente, a nombre de la «Caja Diocesana», no por iniciativa propia, si no por el asesoramiento del canónigo Sr. Verguet, para la empresa del Marqués de Rays, al efecto de adquirir un majorat que posteriormente debería valer 10.000 francos.

Los administradores de la «Caja Diocesana» se reunieron, y refusaron, después de una madura deliberación, depositar la menor cantidad sobre este negocio tan arriesgado, monseñor Leuillieux generosamente pagó los 1.000 francos de su bolsillo.

Después del desastre del asunto de la  de la Nouvelle France, en la que el Marqués de Rays fue en efecto encausado por el tribunal penal, el canónigo Verguet, no estaba dispuesto a permitir que el obispo Leuillieux perdiera esa cantidad – donde después de todo los únicos que pierden son los pobres – restauró, con no menos generosidad, quien lo único que hizo fue dar un simple consejo, los 1.000 francos a su santo obispo.

Eso es lo poco que sé, Sr. Redactor, y como usted puede constatar, monseñor Billard, que todavía no era el obispo venerado y amado de nuestra diócesis, no está absolutamente para nada en este caso.

Añado que mi «testimonio», aquel que usted cita, retorna enteramente para la gloria de Obispo Leuillieux cuya memoria tengo en estima, a los prudentes directores de la «Caja Diocesana» y el canónigo Sr. Verguet todavía hoy lleno de vida y de honor sacerdotal.

Por favor, le ruego Sr. Editor, insertar estas líneas en su número más próximo, y aprovechar la oportunidad para saludarles muy atentamente.

Abbé L. FALCOU,
Misionero apostólico, Canónigo
Honorario, rve Barbès, 16,
Carcassonne.

PS – Es sin duda utilizando apelativos usted me llama «Padre Paleva» y es por error que fija mi residencia en Azille, donde nací y que vive mi padre . Creemos que los procedimientos serán dirigidos contra los calumniadores, sean quienes sean.

21-09-1896


Caisses Noires
Nons avons publié la réponse de Mgr Billard à un premier article de la Dépéche, intitulé Caisses noires, dans lequel Homodei de cette feuille, accuse les administrateurs de la caisse ecclésiastique de Carcassonne, de faire servir seurs fonds à des entreprises douteuses, à des intrigues lévites et à des subventions occultes. La Dépêche, ayant continué ses attaques dans un second article, voici la rectification qui lui a été adressée:

Carcassonne, le 18 septembre 1890.

Monsieur le rédacteur,

Ce matin; dans votre deuxième article sur la «Caisse Diocésaine» de Carcassonne, vous faites appel à mon témoignage.
Je sous dirai simplement ce que je sais, à titre d’ancien directeur de la Semaine Religieuse du diocèse:

Une somme de 1.000 francs fut, en effet, placée par Mgr Leuillieux, personnellement, au nom de la Caisse Diocésaine, non pas proprio motu, mais sur le conseil de M. le chanoine Verguet, dans l’entreprise du marquis de Rays, à l’effet d’acquérir un majoral qui devait valoir plus tard 10.000 francs. Les administrateurs de la Caisse Diocésaine réunis, ayant refusé, après mûre délibération, de placer la moindre somme sur cette entreprise très aléatoire, Monseigneur Leuillieux, généreusement, paya les 1,000 fr. de sa bourse.

Après la catastrophe de l’affaire de la Nouvelle France, dans laquelle le marquis de Rays fut en effet traduit en cours d’assises, M. le chanoine Verguet, ne voulant pas permettre que Mgr Leuillieux perdit cette somme,— dont les pauvres seuls après tout auraient été frustrés, — restitua, avec non moins de générosité, quoiqu’il n’eut donné qu’un simple conseil, les 1.000 francs à son saint Evêque.

Voilà le peu que je sais, Monsieur le rédacteur, et comme vons pouvez le constater, Monseigneur Billard, qui n’était pas encore l’évêque vénéré et bien-aimé de notre diocèse, n’est absolument pour rien dans cette affaire.

J’ajoute que mon « témoignage », auquel vous faites appel, tourne entièrement à la gloire de Monseigneur Leuillieux dont le souvenir m’est si cher, des administrateurs prudents de la Caisse diocésaine et de M. le chanoine Verguet encore aujourd’hui plein de vie et d’honneur sacerdotal.

Veuillez, je vous urie, Monsieur le rédacteur, insérer ces lignes dans votre plus prochain numéro, et agréer l’assurance de ma considération distinguée.

L’abbé L. FALCOU,
Missionnaire apostolique, chanoine
honoraire, rve Barbès, 16,
Carcassonne.

P. S. — C’est sans doute à l’aide de coquilles que vous m’appelez « Monsieur l’abbé Paleva », et c’est par erreur que vous fixez ma résidence à Azille, lieu où je suis né et que mon père habite. Nous croyons savoir que des poursuites seront dirigées contre les diffamateurs, quels qu’ils soient.

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